Rossignol, 100 años de la Historia del Esquí
La empresa Rossignol nació en la localidad francesa de Voiron, en el departamento de Isère, en el año 1907, de la mano de Abel Rossignol (1882-1954), un artesano de la madera que tenía un taller de tornero donde fabricaba bobinas y cañones de ovillar hilo para los telares de las fábricas textiles de la cuenca del Ródano. En el invierno de 1907-08, Rossignol fabricó el primer par de esquís en su taller. Eran los inicios de una industria que empezaba a trabajar de forma manual. Las maderas de Rossignol se deslizaban mejor que las otras, y en 1909 ya obtuvo el primer premio en el concurso nacional organizado en Chamonix por el Touring Club de Francia.
Ese reconocimiento fue un estímulo para que Abel Rossignol se animase a construir esquís y luges. Gracias al éxito de sus productos y a la motivación personal por mejorar la fabricación, en 1911 viajó por primera vez a Noruega, la cuna del esquí, para aprender de los artesanos locales los secretos del tratamiento de la madera. Son los primeros años del negocio, que continúa funcionando de manera artesanal, en combinación con el taller de tornero. El esquí alpino está en sus orígenes y su práctica deportiva es muy minoritaria. A principios de los años 30, la entrada del hijo del fundador, de nombre también Abel, supuso el primer cambio en la forma de entender el negocio del esquí. El joven Rossignol, nacido en 1911, convence a su padre de que se necesita la colaboración de algún deportista para hacer evolucionar los esquís. Es así como empieza el trabajo con un joven esquiador francés, Émile Allais (1912), que dará a conocer la marca Rossignol en los quintos Campeonatos del Mundo de Esquí Alpino, disputados en 1935, en Mürren, Suiza. Allais queda subcampeón en la modalidad de descenso y en la combinada. Su éxito deportivo tiene un gran eco en Francia, ya que hasta entonces ningún francés había subido al podio en los mundiales, que se disputaban anualmente desde 1931. Un año más tarde, en los Juegos Olímpicos de invierno de Garmisch- Partenkirchen, en 1936, obtiene la medalla de bronce en las modalidades de slalom y la combinada. Precisamente, en aquellos Juegos, el Comité Olímpico Internacional había admitido por primera vez el esquí alpino, y lo había hecho con polémica, ya que sus dirigentes, fieles al amateurismo defendido por el fundador, el barón Pierre de Coubertin, prohibieron la participación de los monitores austriacos y suizos, considerados profesionales.
Primeros éxitos
No obstante, la consagración del binomio Rossignol-Allais llega al cabo de un año, cuando en los mundiales de Chamonix, en 1937, Allais se adjudica las tres medallas de oro en juego: descenso, slalom y combinada. El entendimiento entre fabricante y corredor había dado sus frutos. Los triunfos en las pistas hacen que Rossignol padre decida dejar el negocio a su hijo. A partir de aquel momento, Rossignol se lanza a la búsqueda de nuevas técnicas que permitan mejorar el comportamiento del material, siempre dentro del concepto del esquí macizo de madera. En el año 1939 registra una patente que le permite el contraencolado. Gracias a este logro técnico, dos años más tarde, en 1941, nace el modelo Olympique 41, que marcaría toda una época. A partir de aquí, los éxitos con esquiadores franceses y de otros países se sucederán. En los Juegos Olímpicos de Saint Moritz, Henri Oreiller se convierte en el primer campeón olímpico francés. En 1952, en los Juegos de Oslo, ya es un austriaco, y no un francés, quien gana el oro en descenso calzando unos esquís Rossignol. La marca había traspasado fronteras y sus innovaciones se convertían en referencia para los otros fabricantes. El desgaste y el deslizamiento limitado son algunos de los defectos del esquí de madera. Es por este motivo que, muy pronto, las investigaciones llevan a trabajar en el tratamiento de las suelas. Los primeros resultados se ven en 1947, cuando Rossignol registra una patente sobre el procedimiento de obtención de un revestimiento permanente y muy deslizante para la suela de los esquís, constituido por una aplicación de plásticos.
A principios de los años 50, la empresa Rossignol ya fabrica varios miles de esquís anuales, pero aún no ha abandonado la producción de componentes de madera para la industria textil y se ve implicada en la crisis del sector que afecta a la región de Ródano- Alpes. En el año 1955, frente a las dificultades financieras, Abel Rossignol busca el consejo de su colaborador Émile Allais, que en aquel momento desempeñaba la dirección técnica y deportiva de la estación de Courchevel, cargo que desarrolló del 1954 al 1964. Allais había pensado en un joven emprendedor francés de 29 años de origen catalán, Laurent Boix-Vives, a quien conocía porque había trabajado con él en la instalación de los primeros remontes de la estación de Courchevel, creada en 1948. Con la entrada, en 1956, de Boix-Vives, que pasa a ser el director general y principal accionista, se dejan de fabricar piezas de madera para la industria textil, y Abel Rossignol, que aún mantendrá una pequeña parte de acciones del negocio hasta los años 70, se convierte en director técnico. Bajo su dirección aparece en el mercado el modelo Allais 60, que utiliza hojas delgadas de metal. Es el primer esquí de metal de Rossignol y tiene una gran acogida entre los corredores y aficionados al esquí, ya que el esquiador francés Jean Vuarnet gana con él la medalla de descenso en los Juegos Olímpicos de Squaw Valley, en el año 1960, en los Estados Unidos.
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